¡Uf! ¡Que no llego!
Me extrañaba que no hubiera sucedido
antes.
Cuando apareció Facebook proliferaron
los reencuentros y casi todo el mundo antes o después se juntaba con
los de su promoción: “pues hicimos una cena y fuimos al tal
sitio...” Me daba un poco de tristeza o algo así que a las mías
no se les ocurriera pero lo prefería.
Escuché un rumor hace años de que mis
compañeras de promoción estaban moviendo algo... “Bueno...”
pensé, y me alegré de que alguien tuviera la iniciativa, era
alegre aunque aquello seguía sin ir demasiado conmigo.
Pues al final va a ser que sí, o mejor
dicho, es que sí.
En el verano Ninguna me dijo que se
había formado un grupo. “¿Retorno a Brisdeshead?” le dije, “Ya
veremos, ahora mismo... “, y luego me llamó otra amiga, y ya
Jazmín estaba en el ajo, y luego me llamó otra compañera.
Un mañana de julio fui a una óptica .
Allí me probé por primera vez unas lentillas. ¡Pobre chica!, una
de las lentillas desapareció, me harté y me la quité no sé cómo;
buscamos y buscamos y no apareció, y me miró el ojo veinte veces de
veinte maneras. Me llamó por la tarde preocupada: “No te
preocupes, he sido yo la manifacera... - le decía yo - ,“No, si
no te va a pasar nada, llamaba sólo por saber...”. Al salir de
allí tomé un camino no habitual porque no suelo ir a esa óptica y
pasé por la puerta del colegio. Me paré, me acerqué a la puerta,
miré el interior: allí estaba el hall con sus mármoles o lo que
fueran aquellas baldosas o losas que cubrían no sólo el suelo sino
las paredes. Su tamaño eran ínfimo, ¡tan grande como me parecía
cuando iba allí! Y vi también una chispa del patio donde formábamos
fila para subir a las aulas y en el que tantas veces he hecho el pino
(recuerdo comer, salir disparada al colegio y lanzarme contra la
pared hasta que ya no me quedaba sangre en los piés. Aguantaba mucho
y me gustaba retarme a mí misma, ver cuánto aguantaba cada vez y
ver el mundo desde esa perspeciva, me lo pasaba bien). Luego iban
viniendo el resto de compañeras y empezábamos a jugar al mate. ¡Qué
digestiones! Y luego a las aulas.
Sentí una fuerte emoción, como muda.
Me detuve muy poco tiempo allí y seguí mi camino.
Al final, autoricé no hace ni un mes a
Ninguna a que me incluyera en el grupo de wasap que habían formado
ya en junio.
La bienvenida fue muy calurosa:
“¿Te acuerdas las panzás a reír
que nos dábamos” -me decía Rosita-. Ya no las recordaba pero, al
decírmelo ella ¡vaya que si me acuerdo! Eran descomunales, una
tarde sí y otra también. Rosita era supergenial. Y luego otra,
Marga, aparentemente ruda, nada de eso, entrañable, muy entrañable.
¡Puf! Anda que no nos tiramos nuestras buenas parrafadas, y eso que
teóricamente éramos la antítesis, bueno, pues no lo éramos. Y
luego Pepa y Luisa, con las que pasé horas y horas de juego y de
conversación, y el grupo de las divertidas, y el de las más mayores
etc. etc. Y luego, me siguió dando la bienvenida otra compañera que me decía “me
acuerdo de cuando me ayudabas a hacer los deberes de matemáticas”.
“¿Qué?”- me dije yo asombrada- , “ ¿yo ayudaba a Tina en
matemáticas? ¡Alucinante!”. Pero sí, pensándolo bien, por qué
no, se me daban bien por aquellos entonces. ¡Las matemáticas! Valdría
la pena vivir otra vida para conocerlas. Las matemáticas me parecen
una de las cosas más raras con las que nos las vemos los seres
humanos: ¿Qué son?
Los niños y las niñas estábamos
separados. Los recreos eran a horas distintas para que no nos
juntáramos. Recuerdo que las profesoras, de las que tristemente no
guardo un buen recuerdo en general, miraban mal a mis compañeras más mayores
porque no las sometían y además se ponían tacones y hablaban con
los chicos.
En el mes de mayo había que llevar
flores a María sí o sí y cantarle. Y cuando murió Franco
rezábamos el rosario los miércoles por la mañana a primera hora,
lo cual era un descanso para mí porque me liberaba de tener que
salir voluntaria en la materia que fuera. Era un poco cansino.
Y recuerdo también que los viernes por
la tarde, antes de salir disparadas, sonaba por unos altavoces el
Cara al Sol, y lo chicos lo cantaban formando filas con el brazo
levavantado militarmente y a nosotras nos obligaban a ponernos en pié
mientras sonaba.
Pasaban muchas cosas.
En fin, en esos años da tiempo a
relacionarte mucho con mucha gente, y ya se sabe que las relaciones
de esos años están grabadas en la memoria por muchas
capas de polvo que hayan caído encima.
Decir que entrar en el grupo fue
emotivo es poco, y no exagero un ápice, fue más que emotivo, fue un
shock; un shock ya de por sí al ver aparecer una tras otra a las
antiguas y queridas compañeras, un shock por no recordar las caras,
los nombres, sí, los nombres estaban en la memoria profunda pero las
caras no, imposible, y eso era raro, extraño. Y luego vino la
conversación, y como la vida es como es, pues allí se vivía la
vida, y la vida es como es. Lo que yo vi fue una ola de amor
colectiva, tampoco exagero, nada, no exagero nada, y no una ola, sino
una tras otra. Indescriptible. Mucho calor, mucha luz.
Y lo mismo aparecían los hijos, que
los maridos, que los perros, que las recetas de cocina, que los
trabajos (pero poco), que la bisutería y las manualidades (una de
ellas puso una foto de una marioneta que tuvimos que hacer, ¡madre
mía!, el primer suspenso de mi vida fue aquella marioneta que no me
salía ni a tiros! Ya no me acordaba. Y tambien aparecen los tios
buenos (Brad Pitt, George Clooney, etc.) que no son mis preferidos
pero es divertido. ¡Un chat de casi setenta mujeres! Pues engancha,
no puedo leerlo porque al día fácilmente pueden llegar 100 mensajes
ó 200, imposible, pero lo hojeo cuando puedo. ¡Un día llegaron
400!
Bueno, pues estamos todas hechas una
piña, es raro pero es así. Y estamos todas
supercontentas.
Mañana, qué digo, hoy, habrá un
evento, una comida. “¿A qué estáis todas pensando en lo que os
vais a poner?” dijo una de ellas divertida. ¡Pues lleva razón!,
digo yo, porque yo me lo planteé un día: “¿qué me pongo?”.
Pues ni idea. Y hay que llevar una foto colgada de cuando teníamos
doce o trece años, a ver si encuentro algo por ahí. Me río del
jaleo que se va a montar. Vi un par de fotos de la comida que
hicieron en julio y no reconocía a nadie. Me pidieron foto, mandé
la foto “rockera”. Me reconocieron camuflada tras las gafas según
decían.
Bueno, es bonito y especial, lo es.
Cuando vi lo que vi, y sigo viendo lo que sigo viendo, yo, que apenas
intervengo, hace unos les dije que éramos una promoción estupenda,
que no las cambiaría
por ninguna otra, y es absolutamente
cierto.
De vez en cuando ponen un contador que
marca los días, horas y segundos que quedan para el evento, y
una de ellas puso este video y me hizo gracia, y lo he desempolvado
hoy, porque va tan petado el móvil que no puedo ni ver los videos.
Europe, The Final Countdown
La lentilla
apareció al día siguiente: yo dormía y en sueños me restregué
los ojos, y me desperté súbitamente con una cosa viscosa pequeña
entre los dedos. Llamé a la chica de la óptica: “misterio
resuelto” le dije, y se rió aliviada.
Dejo aquí una
canción que cantábamos en coro, eso era por las tardes de vez en
cuando. Villancico pañameño, himnos, canciones populares de otros
países... bueno, recuerdo ésta, nos salía muy bien.
Star Trek, Row row row your boat
Creo que han dicho
de ir a un karaoke después, creo. Pues si es así la propondré.
No he visto el chat
en días, está que arde: entre ayer y hoy van como 500 mensajes de
lo más diverso. Ahora mandan fotos de aquellos tiempos de lo más
pintorescas y te mondas de risa. Ya las veré con tranquilidad.
Mañana las veré a ellas, recordaremos el viaje de estudios y diez
mil cosas más. Eso me recuerda que tengo alguna foto de ese viaje en
un paseo montadas en burrro en Torremolinos. Mi burro se adelantó,
cogió camino y se fue a su aire y cada vez la distancia era mayor,
y las demás por ahí detrás y yo en el burro sin saber qué hacer
mirando para atrás... Ja, ja, ja. Si la encuentro la pongo.